Oscar Palencia, 26 años, estudiante de educación social en la Fundació Pere Tarres.
Dicen que viajar abre miras. Él lo corrobora. Ha llevado su mochila a Australia, India, Nueva York, Miami, Nicaragua, Costa Rica, Méjico, Marruecos, Guatemala, y algún que otro rincón del planeta. Y él, el chico que ahorra durante todo el invierno para poder dar vueltas en verano, dice que en el exterior sólo veía negocios viables para traer aquí. Y así lo ha hecho. ¿Por qué no mezclar madera y gafas de sol? Y aquí la idea, y luego el éxito. Palens podría decirse que está de moda, o en términos de moderneo, ahora mismo es ‘lo más’. Dicen de Oscar que es informal, simpático y amigo de sus amigos, añadimos humilde como aportación propia. Profesa amor incondicional por el ‘magret’ de mamá, sólo de mamá, y por su hermano pequeño, otro cerebrín de los negocios con tan solo 19 años.
Él empezó por la vía formal. La del buen hijo universitario. En su formulario post-selectividad apuntó ADE en el Instituto Químico de Sarrià. Aguantó dos meses. Le gustaban las salidas laborales, pero no la teoría. Optó por irse a Australia seis meses, con aquel bonito pretexto de aprender algo de inglés (tierna excusa que siempre funciona). Volvió moreno y con la mente algo más abierta y decidió entonces hacer un grado superior en márketing. Le gustó, esta vez sí, y trabajó un tiempo de comercial. Pero se cansó del trabajo (¿hemos comentado ya el perfil ‘culoinquieto’ como punto en común de estos jóvenes?) y empezó en la Fundació Pere Tarrés un curso de educación social. Hasta aquí un currículum la mar de variado y completo. Pero el problema es que Oscar siempre ha sido de tener muchas ideas. De este tipo de gente que se levanta con miles de nuevos proyectos en la cabeza. Si le sumamos el hecho de que siempre ha sido algo manitas y que de vez en cuando echa una mano a su madre con arreglillos y cosas de parquet, fue ahí cuando se iluminó. ¿Por qué no trabajar con madera y hacer gafas de sol?
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Dicen que viajar abre miras. Él lo corrobora. Ha llevado su mochila a Australia, India, Nueva York, Miami, Nicaragua, Costa Rica, Méjico, Marruecos, Guatemala, y algún que otro rincón del planeta. Y él, el chico que ahorra durante todo el invierno para poder dar vueltas en verano, dice que en el exterior sólo veía negocios viables para traer aquí. Y así lo ha hecho. ¿Por qué no mezclar madera y gafas de sol? Y aquí la idea, y luego el éxito. Palens podría decirse que está de moda, o en términos de moderneo, ahora mismo es ‘lo más’. Dicen de Oscar que es informal, simpático y amigo de sus amigos, añadimos humilde como aportación propia. Profesa amor incondicional por el ‘magret’ de mamá, sólo de mamá, y por su hermano pequeño, otro cerebrín de los negocios con tan solo 19 años.
Él empezó por la vía formal. La del buen hijo universitario. En su formulario post-selectividad apuntó ADE en el Instituto Químico de Sarrià. Aguantó dos meses. Le gustaban las salidas laborales, pero no la teoría. Optó por irse a Australia seis meses, con aquel bonito pretexto de aprender algo de inglés (tierna excusa que siempre funciona). Volvió moreno y con la mente algo más abierta y decidió entonces hacer un grado superior en márketing. Le gustó, esta vez sí, y trabajó un tiempo de comercial. Pero se cansó del trabajo (¿hemos comentado ya el perfil ‘culoinquieto’ como punto en común de estos jóvenes?) y empezó en la Fundació Pere Tarrés un curso de educación social. Hasta aquí un currículum la mar de variado y completo. Pero el problema es que Oscar siempre ha sido de tener muchas ideas. De este tipo de gente que se levanta con miles de nuevos proyectos en la cabeza. Si le sumamos el hecho de que siempre ha sido algo manitas y que de vez en cuando echa una mano a su madre con arreglillos y cosas de parquet, fue ahí cuando se iluminó. ¿Por qué no trabajar con madera y hacer gafas de sol?
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