Un consejo (sobre)saliente: hacer lo que cada uno quiera creyendo en uno mismo, sin depender de los demás, pero sobre todo echándole mucho ‘morro’.
Nos abren las puertas de su casa sin dudarlo dos veces. Un piso en medio de la soleada calle Marina. Grandes ventanales, sofá de envidiables siestas y ese aire que se respira en
un piso de estudiantes. Estamos a finales de junio y ellas ya tienen colorcito, van con ropa fresca y lucen tipazo de bailarina. No ese escuchimirriao de chica-pasarela, sino el cuerpo sano y fibrado que toda mujer desea. Ellas son Marina y Laura, dos mallorquinas que han dedicado su vida al baile.
Un dúo que sincroniza sus pasos a ritmo de baile contemporáneo bajo el nombre artístico “Helium”. Ellas son las ganadoras del último certamen de
Art Jove 2010 de Dansa Contemporánea del Govern de les Illes Balers. Nada más y nada menos que un premio de 4.000€ tras dejar impresionado al jurado con su pieza coreográfica de 10 minutos.
Son tal para cual. Viven, bailan, comen, salen, estudian, todo lo hacen juntas. Se les nota al hablar. Una sinergia que tanto en el escenario como en la vida real les funciona de maravilla. Son pura sincronía, una complementa a la otra. Ellas reconocen que de la diferencia ha nacido la convivencia. Dicen de Laura que es nerviosa y activa, mientras que Marina se la considera más paciente y coqueta. Una, siempre está masticando chicle; la otra, tiene una manía de esas raras: nunca la verás beber café en taza, sólo y exclusivamente en vaso de cristal. Laura es más de paella y Marina más de sushi. Nada de “dietas estrictas”, en realidad sufren el trance tópico y típico del estudiante fuera de casa de ‘se come lo que hay en la nevera’ y punto. Fuera las dietas del yogurt y los ayunos innecesarios al estilo “Cisne Negro”.
Y aquí es donde ellas entran a matar.
“Cisne Negro es una exageración de la vida de una bailarina”. Ellas, ni lloran en el baño ni se inspeccionan en el espejo en busca de esa curva de más. Sí, de acuerdo, lo reconocen, el mundo de la danza es
“duro y competitivo”. Pero ellas tienen muy claro que “mientras uno sea consciente que antes que bailarina se es persona”, consideran que no tiene por qué haber espacio para el sufrimiento. La frase
Queréis la fama, pero la fama cuesta y aquí es donde vais a empezar a pagar, con sudor, de l
a profesora Lydia Grant de la serie ochentera de Fama, si es cierta. Pero adquiere sentido por el esfuerzo y las horas que hay detrás de un bonito
fouetté en tournant (no, no es un plato de cocina francesa, es
un paso de baile) y no tanto por las penurias de las bailarinas que tanto gusta a Hollywood.
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