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Miguel Saburido 2.0


A nivel corporativo, y así dicho de forma rápida el ‘ser fan de Vanity Teen’ lo peta. Son más de 38.000 personas que han dado al botón de ‘me gusta’. A nivel de uso personal ya es otro tema. ¿Y tú, Miguel, usas mucho Facebook? Y como quien se defiende de algo malo e infeccioso contesta “poco, muy muy poco”. Es que Facebook ya no es lo que era, pero a nivel profesional funciona. Como mínimo es más divertido que el Google Docs. Miguel aprovecha el invento de Zuckerberg para hablar con el editor de la revista o con editores de otras revistas. Por aquello de tener a la competencia bien controlada. No, es broma, que se ve que en el sector hay buen ambiente. A modo de agudeza decir que Miguel es de los que innova y piensa en el diseño hasta en la foto de perfil. Nada de la foto clásica donde uno sale ocho veces más guapo de lo habitual. Lo suyo es poner colores pantone a modo de ‘profile picture’. A lo de preguntar si se pone el rojo cuando está enfadado no hemos querido entrar en detalles. Y el último me gusta de Miguel fue para un amigo murciano, la típica foto de un proyecto que te parece resultona, das al me gusta, para dar un abrazo virtual desde Pontevedra hasta Murcia a modo de ‘felicidades amigo, buen trabajo’. Y esas cosas que facilita Facebook.

Nos han dado ganas de abrazarle. Miguel cuenta con cara de novato que se hizo cuenta personal hace un mes y medio. Como cuando llega un niño nuevo al colegio ‘qué mono, no sabe nada’. Pues eso. Él se define como “observador pasivo”, vamos el cotilla de toda la vida que sigue multitud de gente pero no dice nada, y a mucha honra que así uno aprende como funciona el mundo. Pero su inocencia tiene truco, porque la cuenta oficial de Vanity Teen la lleva él y ahí hay más de 1.000 tuits y más de 1.000 seguidores, que eso es muy, pero que muy respetable. Pero reconoce que está aprendiendo, porque las redes sociales necesitan su tiempo. Y él suspira, “me falta tiempo para todo”. Porque recuerden, llevar una cuenta no son los minutos que dedicas a tuitear. Hay más, mucho más.

Se hace el silencio. Como de pensar que decir, si soltar la teoría sobre esa app o decir simplemente, no, pues es que yo no tengo. Pero se explica. Qué Instagram le parece brutal, sobre todo los inicios como empresa chiquita con sus pocos empleados y su buena idea de partida. Que luego ya vino lo de la compra millonaria, lo de los tropecientos mil usuarios cada día poniendo filtros. Y bueno. Que él no la usa, porque básicamente no hace fotos con el móvil, y ya está.  

Tiene un google reader de esos a punto de estallar de tanto blog que seguir, magazines y tumblrs interesantes. Es lo que tiene morirse por el diseño y cualquier foto bonita. Uno ha de tenerlo todo bien clasificado. En tumblr tiene su propio paraíso en: Riot, Hato Press y Magazine Wall (tenéis el boli a mano ¿no?). Pero más allá del diseño también le pirran todos los temas de nuevas tecnologías y aparatejos innovadores. Por lo que se pasea por sitios como Co-Design. Y luego están todo de sitios bellos que si estás mucho rato mirando duele la retina: sobre identidad corporativa, Brandemia; ManyStuff como burullo de cosas artísticas; sobre el hermoso mundo de la tipografía, Unos Tipos Duros; sobre diseño en la prensa (¡existe!), Quintatinta. Y podríamos estar hasta mañana con su listado de sitios molones, pero es que a él también le pasa, va saltando de un sitio a otro y nunca sabe dónde acaba ni porqué. Se defiende diciendo que a veces sólo hace “barridos por páginas de diseño”, y aquí apunten estudios: Cosas Visuales, Hey y Folch Studio (por si quieren poner su vida en filtro bonito). Confiesa que él hizo su tentativa en el mundo tumblr, pero que lo suyo es el papel. Para él la red es pura fuente de inspiración, pero sus armas los folios. No hay más.

Es de los que le altera la música. Y eso divide al ser humano en dos tipos: esa especie de homínidos que saben trabajar mientras suena la música a todo trapo y siguen el compás de beyoncé con el pie, y esa otra porción de la población que empieza escuchando música, se agobia, baja el volumen, se agobia más, hasta que a los cinco minutos no hay sonido. Miguel es opción B. Pero eso sí, en los ratos libres se dedica un poco a U2 y Friendly Fires. Su canción "Kiss of Life", de esas que se te quedan agarradas a las neuronas y estas todo el día dale que dale. “Me gusta muchísimo, llegué a crear un spot mental y todo, te hace estar muy contento”. Música y contento, bien.


Prensa digital, se para y piensa. “Desde El Mundo, ABC... estoy siendo bastante de derechas, veo” Y ríe. No sé, nosotras no hemos respirado. "Un momento, que también leo eldiario.es. Me parece brutal en cuanto a la línea editorial y como alternativa al modelo a los diarios tradicionales". Cuando se trata de algún suceso especial entonces dice que compra prensa escrita. Porque según Miguel como que no se vive tanto en pantalla, “en el papel te metes más”. Pero claro, es que lo suyo es ir al quiosco y arrasar con las revistas. Pero no el quiosco del barrio, o sí, pero entonces tendrá que tener las revistas Apartamento y Metal. A él lo que le gusta es toquetearlas, mirar el grosor del papel, la encuadernación, el brillo de las fotos. ¿Qué respuesta esperabais del que con 8 años dibujaba revistas en sus cuadernos?

El niño que medía el grosor de las páginas

Miguel Saburido, 19 años; autodidacta. Fundador y diseñador gráfico de la revista Vanity Teen

Consejo (sobre)saliente: "Hoy en día si quieres sobrevivir hay que destacar. Quizás es muy simple, pero creo que lo más importante es la diferenciación. Y trabajo. Mucho trabajo" 

Tiene ojos de niño (niño bueno). ¿Y qué queréis? Tiene 19 años y un hablar quebradizo como de siempre querer explicar más sin dejar nada en el tintero. Su acento gallego de Pontevedra, por toda la fortuna del mundo, aún lo conserva. Así que con eso y una Moleskine y su boli fetiche marca Stabilo de caucho color naranja ha venido hasta aquí: a Barcelona. A trabajar para la revista Vanity Teen que, desde los ingenuos 16 años, lleva editando desde su casa en Galicia. "El proyecto ha crecido y ahora estoy aquí para dedicarme a esto más en serio". ¿Pero qué es tomarse el diseño más en serio sino lo que lleva haciendo toda su vida? 

Autodidacta puro y solo con la ESO acabada. No tiene estudios superiores en diseño ni en grafismo ni en nada relacionado. Pero Miguel Saburido, con 14 años, ya creó su primera revista. Bienvenú se llamaba. ¿Siempre has sido así de prematuro? "Siempre. En mi casa mi padre traía la revista Neo2 cuando yo era pequeño, que en aquel momento ya era una cosa muy rara, y yo flipaba literalmente con las imágenes, el grosor de las páginas, el color, el brillo, yo me daba cuenta de que aquello no era una revista normal", explica. Habla de las revistas como si fueran seres humanos. Lo suyo se llama vocación. Son muchas horas de trabajo en solitario. De dolor lumbar encima de una silla después de pasar horas frente a una pantalla del ordenador. De ordenadores normales, porque tampoco hace falta tener un Mac para diseñar. De horas y horas embobado ante la exquisitez (editorial) de revistas como Jotdown, Metal o Apartamento. De cómo le gusta el olor de las páginas y lo bien que saben algunas fotos. Es él, Miguel. El niño que con 8 años medía el grosor de los folios. Y que ahora se ha hecho mayor. 

Cuando tenía 16 años, un amigo de un amigo, desde Barcelona, le cuenta que alguien se ha interesado en él para un nuevo proyecto. Podéis echar un ojo a su portfolio para entender en imágenes el flechazo de ese amigo con Miguel. Él no se lo piensa, aunque para entonces andaba metido en Bienvenú (su invento), decide dejarlo para dedicarse a Vanity Teen a distancia. Y se encarga de todo lo que supone arrancar de 0 con un proyecto editorial: crear logo, diseño e imagen corporativa. "Al principio le echaba muchas horas, pero no tantas, al final sí se me fue de las manos y cada vez le echaba más y más y más...". Hablando claro: cada vez le interesaba menos la tabla periódica de la Química de 4º de la ESO. Él se levantaba y se acostaba pensando en Barcelona y Vanity Teen.

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